Estimado lector,
ésta es la primera entrada del presente blog. Nada más leer el título te habrán surgido algunas preguntas:
- ¿Quién es el ganadero vegetariano?
Yo.
- ¿Y cómo es eso?
Suena raro, sí.
Dejé de comer carne hace cuatro años; pescado hace dos. Lo hice por motivos éticos. Al darme cuenta de que los seres humanos pueden gozar de una perfecta salud sin necesidad de alimentarse de otros animales, no tuve más remedio que ir dando pasos hacia el vegetarianismo para no ser incoherente con mis principios y mi sensibilidad.
En cuanto a mi profesión, no soy ganadero propiamente dicho, pero una parte importante de mi nuevo trabajo consiste en el manejo de ganado destinado al consumo de carne, concretamente vacas, ovejas y cerdos en una explotación extensiva con certificación de ganadería ecológica.
De momento no puedo contar muchas cosas de este trabajo porque apenas llevo unos días en él.
El propósito de este blog es escribir un diario que recoja las experiencias que viviré desarrollando este trabajo y compartirlo contigo.
- ¿Y no has encontrado nada mejor, más acorde con tus principios?
Desde luego que no es el trabajo perfecto para mí, pero de momento lo he aceptado.
- ¿Lo pagan muy bien?
Qué va. No es esa la razón. Hace años que no se ven ofertas de trabajo con sueldos elevados. Esa frase que dice “La crisis la pagan los trabajadores” es una verdad como un templo. De todas formas quien me conoce sabe bien que no tengo apego por el dinero, me conformo con tener para dar cobijo, ropa y alimento a los míos, algún que otro caprichito ocasional y, si es posible, conseguir unos ahorrillos para momentos difíciles, pero detesto esta sociedad de consumo que está llevando a la destrucción de los ecosistemas que sustentan la vida en el planeta, incluida la de nuestros hijos, y evito colaborar con ella en la medida de lo posible.
- ¿Entonces? ¿Por qué ese trabajo?
Ya he dicho que la ganadería será una parte de mi trabajo. Pero hay otras. Globalmente me pareció muy interesante. Incluso trabajar con animales tiene su parte gratificante: alimentarles, velar por su bienestar… Y pensé que como a corto y medio plazo la gente no va a dejar de comer carne por lo menos por cada animal criado aquí al aire libre se evita que un animal sea criado en una granja industrial.
Mi puesto es de director técnico de una pequeña organización sin ánimo de lucro que tiene como objetivo compatibilizar la conservación de la naturaleza con el desarrollo económico de las zonas rurales de España, desarrollando proyectos innovadores que ayuden a fijar población rural y evitar así la pérdida de población tan fuerte que hay en muchas zonas. Los proyectos que se lleven a cabo en el medio natural deben fomentar un aprovechamiento ecológico y sostenible de los recursos naturales y al mismo tiempo buscar fórmulas para mejorar la biodiversidad en estos lugares.
Me interesa mucho todo lo relacionado con la protección de la naturaleza, por lo que la filosofía de la “empresa” y sus proyectos presentes y futuros me resultan muy atractivos.
Condición necesaria de este trabajo es vivir en la finca donde la organización tiene su sede y oficinas, un entorno realmente estupendo para vivir (por lo menos para aquellos a quienes les guste el campo más que para una salida de fin de semana). Una parte de mi trabajo se realiza en la oficina, pero también tiene trabajo en campo.
Soñaba con encontrar un trabajo que combinara trabajo de oficina con trabajo en la naturaleza. En ese sentido este trabajo es ideal para mí.
- ¿Pero qué pasa cuando hay que matar a un animal?
Esa es la parte chunga… muy chunga. Por supuesto que independientemente de tratarse de ganadería ecológica -menos cruel con los animales- será muy duro negociar una venta, concertar una fecha para la recogida de los animales vendidos, ver cómo suben al camión (e incluso ayudar a subirlos) que los llevará al matadero....
Pero después de darle muchas vueltas creo que no me tengo que sentir culpable por enviar a esos animales al matadero. No creo que haya más culpabilidad en mi acción que la de una cajera de supermercado que pasa una bandeja de pechuga de pollo por el lector de código de barras. Lo que pasa es que en mi caso va a haber un contacto visual con el animal vivo, lo que me supondrá un fuerte estrés emocional (con la bandeja de pollo no ocurre eso). Realmente el verdadero y único culpable no soy yo ni la cajera, sino la persona que compra el producto….no, ni siquiera esa persona, sino la que se lleva el tenedor con el trozo de carne a la boca.
También pienso que puedo ayudar a que los animales que están a mi cargo lleven la mejor vida posible hasta su final. Eso sí, siempre tendré que mirar por los intereses de la empresa que me ha contratado. No me puedo negar al sacrificio de los animales igual que la cajera del supermercado no se puede negar a pasar por caja trozos de animales.
No mola nada pasarlo mal en tu trabajo pero como ya he dicho antes también tiene otras partes muy estimulantes. ¿Existe el trabajo perfecto? Me viene a la mente el trabajo de voluntarios de refugios de animales abandonados, un trabajo altruista donde encima se sufre un montón, se ve lo peor de los seres humanos, y sin embargo allí está esa gente estupenda, al pie del cañón, a pesar de los malos ratos, ayudando a pobres perros y gatos maltratados y abandonados. Quizás debo enfocarlo de esa manera; y un vegetariano en una explotación ganadera también puede ayudar, al menos dando cariño a los animales que allí se crían, y no mirar tanto lo económico sino inclinar más la balanza hacia el bienestar animal (que en la ganadería eco se inclina mucho más que en la intensiva industrial pero todo se puede mejorar).
Sólo hace falta que el ganadero vegetariano tenga fuerzas para soportar los disgustos que le deparará esta aventura.